15.11.10

No sos vos soy yo


En una plaza entre mates , en un barcito con alguna bebida de por medio o, simplemente, caminando por las calles del barrio puede aparecer ella. Ya sin los dedos entrelazados, con un olor dulzón y amargo a la vez y respirando dudas llega la frase que menos conforma a lindos y feos, ricos y famosos... El problema no sos vos, soy yo.

Y si, primero un sacudón de esos que aflojan hasta los huesos más fuertes pero después se aceitan los engranajes y las neuronas comienzan a funcionar. Menos corazón y más cerebro. Tanto análisis no deja otra alternativa que darte la razón: el problema, todos los problemas, son vos.

No tengo un peso porque te regalé flores como un gil durante años para cada festividad inventada por el capitalismo, me quedé sin amigos porque me consumiste hasta los relojes sumergibles, no uso más mi ropa distintiva porque abusaste del amor y me lo prohibiste, bajé el rendimiento en mis estudios porque pensaba todo el día en vos y mis amigas desaparecieron a fuerza de tus insultos y tiradas de pelo en cada encuentro...

Tenías razón, eras el problema. Ahora sonrío cuando te veo, por esas calles que tantas veces caminamos, "chapando" con el nuevo que no sabe, que no se dio cuenta, que es dueño del problema que engloba a todos los problemas.

14.11.10

Rayos, rayas, rayes... Un rayito de sol


Un rayo corta la luz, quedás a oscuras, sin saber para donde disparar. Resulta difícil moverse en la oscuridad sin darse el dedo chiquito del pie contra la pata de la cama pero no es imposible, siempre se puede. Tanteando todo lo que se presenta en tu camino, llegás al placard, conseguís abrir el tercer cajón de la izquierda y por intuición, o vaya a saber uno por qué, sacás una de tus remeras a rayas.

Tenés varias remeras con rayas pero no pensás en modificar tu estilo de sumar a tu colección la próxima que veas en una vidriera. Ninguna remera a rayas es igual a otra.  Todas distintas, irrepetibles y, por eso, especiales cada una de ellas.

Salís afuera y pisar la primera baldosa floja que empapa tu pantalón ya te mueve la estantería. A los pocos metros una ráfaga de viento se apodera de tu paraguas y, en ese mismo instante, te rayaste. Un raye lo tiene cualquiera... Un rayado se creyó dueño del país y desapareció a treinta mil hijos, el chico de la otra cuadra tuvo un raye de esos que no sabés por qué vienen y se pegó un tiro, vos mismo sufriste un raye y casi mandás todo a la mierda sin darte cuenta que estabas en el mejor momento...

Así con la oscuridad por culpa del rayo, con tu remera a rayas y siendo víctima de un raye te encontraste esa noche. Pero arribó la mañana, despertaste y sonreíste, una vez más estaba ella, iluminada por un rayito de sol.