14.10.09

10, 9, 8 ....


Las circunstancias provocan que empiece a odiar las noches. La casa en silencio, el perro al pie de la cama y yo con un desorden de ideas que no me permite disfrutar de la aparente calma que me rodea.

Ya no tiene sentido estrellar los nudillos contra la pared o derramar lágrimas en silencio, está todo dicho. La cuenta regresiva comenzó, como en las películas, el tiempo no se detendrá y la bomba está por estallar.

Que lástima que en esta película no hubo presupuesto para contratar al héroe que sabe cuál es el cable a cortar y transforma las caras de espanto en sonrisas interminables. Esta vez, cuando la cuenta llegue a cero no habrá nada más por hacer y sólo me quedará despedirme.

La vienen a buscar sin prisa pero sin pausa desde algún paraje desconocido, fue durante un largo tiempo mía que ahora debe ir a cuidar de otros, a preparar delicias para quienes ya no tienen hambre, sueño o frío.

No se a donde me dirijo con estas palabras, me importa poco la belleza literaria de estos párrafos, el blog recupera su objetivo primero y mansamente deja que impregne en él todo lo que siento. La idea de dejarla para siempre rompe un poco mi armadura, me lleva a desnudarme ante ustedes.

Parece que no alcanza con soportar los vaivenes de lo que siente un adolescente por si solo que hay que luchar con factores externos que se empeñan en tirarte abajo. En esta noche de octubre me encontraron desprevenido y toqué el suelo. Por suerte no dejo de escuchar las voces de aliento y las manos que ayudan a levantarme.

6.10.09

Anhelos de la adolescencia


Oscuridad, una cálida cama, cansancio y varios más son los elementos que producen a la musa inspiradora de este nuevo texto. Hace días que tengo ganas de regalarle unas letras a ellos, que se encargan de mantenernos un poco vivos, de asustarnos, de advertirnos, de recordar a viejos personajes de nuestra historia e incluso de sacarnos una sonrisa.

Todos soñamos y nadie lo puede evitar. El problema es que la mayoría de las veces soñamos dormidos y corremos el riesgo de no recordar lo que nos pasaba en ese cortometraje imaginario. Parece un riesgo tonto y sin importancia, pero no nos damos cuenta que no recordar un sueño puede significar grandes pérdidas o ahorrar alguna desilución...

Con ese sueño que no memoramos podemos dejar ir la chance de conquistar a la muchacha que en la realidad se caracteriza por mirarnos con indiferencia o podemos perder la viva imagen de ese ser querido que pasó a un mundo mejor hace un tiempo. También, durante el descanso podemos cruzarnos con un anti-sueño, las llamadas pesadillas, donde mejor no recordar esa larga caída por un interminable túnel negro, el encuentro con los personajes del último film de terror visto o las desgracias menos deseadas sufridas en persona.

Después de todas estas cosas me convenzo, una vez más, de que los sueños verdaderamente importantes son los que padecemos cuando estamos bien despiertos. Lo que realmente vale es soñar mientras caminamos por las calles, viéndose en una esquina tomando un helado con la chica de los sueños, saltar el pozo negro que no tapa la Municipalidad y pensar en que mañana vendrán gobernantes que "hagan algo". Mirarse en el espejo y encontrarse a uno mismo pero con objetivos, que pretendemos alcanzar, ya cumplidos... Título en mano, familia formada, un país mejor...

Será mejor que me vaya a dormir, no sea cosa de que por tanto soñar despierto me aleje de la realidad y no pueda volver.