24.3.11

¿Qué sería de mi si hubiese estado ahí?


Desperté con el tintineo de la cuchara chocando contra la humeante taza de café, abrí os ojos esperando ver la luz y por suerte así fue, el radio reloj mostraba las 9:45 hs. y el día 24 de Marzo de 2011. Una fecha que produce escalofríos e inmediatamente me invita a hacer MEMORIA.


Ya pasaron treinta y cinco años desde el comienzo de esos siete que fueron oscuros. No los viví, no los sufrí en tiempo real pero no dejan de producirme escalofríos los testimonios de quienes vivieron en esta república derecha y humana.


Una reorganización que nos desorganizó como nación, como pueblo, como personas. Una deuda externa que no logramos saldar; un pérdida irrecuperable de escritores y sus libros, músicos y sus canciones, idealistas y sus ideales; miles de personas que "no están" como dijo el General, personas que no dejaremos de buscar porque son hermanos de todos.

Me reincorporo en la cama todavía tibia, prendo la computadora, ingreso a las redes sociales y me reconforta ver varias generaciones de jóvenes, viejos, músicos, escritores, estudiantes y trabajadores que se acuerdan de todos los hijos de puta que robaron la libertad, que taparon el sol con fusiles, que callaron gritos con picanas y les dicen sin miedo ni dudas: NUNCA MÁS.

13.3.11

Típico de domingo al atardecer


Pudo ser una amanecer fresco a la orilla del mar, una tarde gris entre los gigantes de cemento de la city porteña o una noche de esas que tienen muchas estrellitas celestes. Pudo ser en un café literario de los que están en peligro de extinción, en una sala de cine semi desierta o en un barcito moribundo entre luces de neón y humo de colores. Poco recuerdo la circunstancia en la que estábamos cuando pasó esto.

¿Qué importa el dónde, cuándo y cómo? Si pasó me tuve que hacer cargo, alzar el muerto al hombro y sacarlo a pasear a donde quiera que vaya, incluso debajo de la ducha. Todo parecía fácil en la previa, típico partido entre un equipo de élite y uno que es financiado por una cooperadora de vecinos soñadores, "cinco a cero haciéndoles precio" se escuchó que dijo uno por ahí.

El puntapié inicial fue un te quiero tuyo, de esos que no me gusta recibir, soy demasiado masculino para ser receptor de esas palabras del querer que me sonrojan e incomodan. Después vino otro y otro más acompañado de un "mucho". No se si por resignación o gusto fue que comencé a aceptarlos y tímidamente, balbuceando y sin modular demasiado, los respondía con temor a que caigan pesados como las recordadas tortas de la abuela. Finalmente tus te quiero y los míos fueron uno solo, tan iguales y diferentes a la vez. Unos conservadores y cómodos, y los otros inquietos y soñadores. Finalmente, las diferencias pudieron más y la guerra de "te quieros" destruyó mucho más que nuestros dos físicos humanos.

Ahora si se donde estoy: en mi cama, con mi pc, terminando un fin de semana de esos sin desperdicio y con una pelotita saltarina en la cabeza, una bola con sabor a vos que rebota de lado a lado...
-¿Qué hacés acá de nuevo?
Pin pom, pin pom...
-Basta, me cansé.Te abro y te vas...
Como si tuviera una puerta oculta, el parietal derecho se separó en dos y rodando mansamente caíste al piso sin rebotar ni una sola vez, como pinchada, sin ganas de seguir haciéndote oír.

Wow que delirio, estaba pensando con las manos en un teclado...

5.3.11

Que crezca la fiesta



Tuvieron que pasar más de tres décadas para que volvamos a festejar un carnaval. Por mi corta vida nunca disfruté de los festejos y siempre me quejé por mi mala suerte de que esos feriados pintados de rojo en el almanaque no sean efectivamente días de fiesta y descanso.

A poco más de 90 días del comienzo del año, entre tanta gente manifestando es lindo ver una calle cortada porque la gente está de fiesta, feliz. Los chiquitos con bombuchas y espumas, los más grandes tratando de pescar algo entre tanta femineidad y agite de cadera, y los que consideran que ya pasó su tiempo de fiesta miran, horrorizados y ajenos a la situación, a aquellos que se dejaron llevar por la algarabía.

Las botas y fusiles lo quitaron de nuestros años con la intención de que no vuelva más, como aquellas personas que todavía están siendo buscadas por Abuelas y Madres, pero volvió (no importa gracias a quien o por qué). Máscaras en estas tierras sobran y disfrazados estamos todos los días pero en carnaval el pueblo, los pueblos, se encargarán de sacar el diablo afuera, de al menos por dos días olvidarse del sueldo que no alcanza para pagar los impuestos, del jefe que prometió algo que todavía estás esperando, del gobierno que no hace una a favor…

Ridículo y sin coordinar los movimientos murgueros allá vamos al carnaval toda la vida en busca de una noche junto a vos.