13.3.11
Típico de domingo al atardecer
Pudo ser una amanecer fresco a la orilla del mar, una tarde gris entre los gigantes de cemento de la city porteña o una noche de esas que tienen muchas estrellitas celestes. Pudo ser en un café literario de los que están en peligro de extinción, en una sala de cine semi desierta o en un barcito moribundo entre luces de neón y humo de colores. Poco recuerdo la circunstancia en la que estábamos cuando pasó esto.
¿Qué importa el dónde, cuándo y cómo? Si pasó me tuve que hacer cargo, alzar el muerto al hombro y sacarlo a pasear a donde quiera que vaya, incluso debajo de la ducha. Todo parecía fácil en la previa, típico partido entre un equipo de élite y uno que es financiado por una cooperadora de vecinos soñadores, "cinco a cero haciéndoles precio" se escuchó que dijo uno por ahí.
El puntapié inicial fue un te quiero tuyo, de esos que no me gusta recibir, soy demasiado masculino para ser receptor de esas palabras del querer que me sonrojan e incomodan. Después vino otro y otro más acompañado de un "mucho". No se si por resignación o gusto fue que comencé a aceptarlos y tímidamente, balbuceando y sin modular demasiado, los respondía con temor a que caigan pesados como las recordadas tortas de la abuela. Finalmente tus te quiero y los míos fueron uno solo, tan iguales y diferentes a la vez. Unos conservadores y cómodos, y los otros inquietos y soñadores. Finalmente, las diferencias pudieron más y la guerra de "te quieros" destruyó mucho más que nuestros dos físicos humanos.
Ahora si se donde estoy: en mi cama, con mi pc, terminando un fin de semana de esos sin desperdicio y con una pelotita saltarina en la cabeza, una bola con sabor a vos que rebota de lado a lado...
-¿Qué hacés acá de nuevo?
Pin pom, pin pom...
-Basta, me cansé.Te abro y te vas...
Como si tuviera una puerta oculta, el parietal derecho se separó en dos y rodando mansamente caíste al piso sin rebotar ni una sola vez, como pinchada, sin ganas de seguir haciéndote oír.
Wow que delirio, estaba pensando con las manos en un teclado...
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" No se si por resignación o gusto fue que comencé a aceptarlos y tímidamente, balbuceando y sin modular demasiado, los respondía con temor a que caigan pesados como las recordadas tortas de la abuela "
ResponderEliminarMuy tuyo lucas , muy bueno !!