
Pensando en vos, en ellos, en aquellos y demás llegué a la conclusión que sea donde sea siempre es lo mismo.Pocos, o nadie, serán quienes prioricen el lugar por sobre el hecho. Cada protagonista recordará el lugar como el más especial del mundo...
Pudo ser frente al Obelisco de la 9 de Julio, delante del Taj Mahal, al costado del Monumento a la bandera en Rosario, bajo un brazo del Cristo redentor en Río de Janeiro, en un banco de la Basílica de Luján, a la sombra del Coliseo romano, mirando un tucán en un corredor de las Cataratas del Iguazú, a los rayos del Sol que calientan las Pirámides de Giza, inmersos en el frío que se le escapa al Glaciar Perito Moreno, en lo alto de Chichén Itzá o el Cerro de los 7 colores, junto al Faro del Fin del Mundo, el algún kilómetro desconocido de la Gran Muralla China, en algún punto de mi Banfield o en esa esquina que desde hace meses tiene un edificio que espera ser terminado, donde finalmente ocurrió.
Pero... ¿Qué importa donde? El primer beso fue ahí y ese lugar es nuestra octava maravilla del mundo.