20.6.11
Alcancía subterránea
A las corridas, como siempre pasan los días en esta ciudad, voy una vez más al submundo. Un hombro que da contra una señora, el otro que es impactado por la mochila de algún estudiante. Tantas caras con las que compartimos sensaciones y no nos conocemos, tantas preocupaciones reunidas en unos pocos metros.
De pronto llega la formación, seis vagones, todos diferentes: uno con tapizado azul, otro rojo, unos con grafittis en sus ventanas y algunos pocos que parecen recién salidos de fábrica. Tan diferentes como ellos somos todos nosotros, parados ahí fuera esperando que abra las puertas para emprender el viaje.
Una vez adentro fue donde comencé a sentirme dentro de una alcancía. Una monedita por aquí, otra por allá. Todos personajes tristes los que piden colaboración... Esa nena con apenas una decena de años que lleva a su hermanito en brazos, la señora no vidente que se abre paso entre la multitud haciendo sonar su latita para que perciban su presencia, aquel hombre discapacitado que relata su historia y no puede más que pedir ayuda...
Al fondo, tratando de escapar de esa desolación, me encontré con ellos que no tienen suerte pero si certeza de lo que los hace felices, un batuque que resuena dentro de la alcancía poniendo algún color a tanto gris y soñando con que algún día los sobrevivientes de la caridad no necesiten más de la monedita...
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Muy cierto lo que decís y gracias por seguir escribiendo. Al leer este texto me saco de mi rutina por un rato :)
ResponderEliminarAbrazo grande lukis!!!
Rodrigo
Sos tan grande amigo!En una cabecita tan chiquita pero con tantas ideas...no se còmo haces para convivir con ellas las 24 hs. del dìa...
ResponderEliminarexcelente una vez màs....
caro*