3.2.12

Crónica playera.




Durante poco más de veintiún años de vida creí haberla conocido bastante e, incluso, consideré ganadas algunas pulseadas en las que nos enfrentamos... Error.

La verdadera Soledad es la que se me presenta aquí y ahora, unas cuarenta y ocho horas después de haberme subido al barco que me trajo hasta acá. Ésta es la que a muchos les quita las ganas de vivir y, aunque no es mi caso, los comprendo.

La estadía en este tiempo se parece bastante a lo que sería un androide o un extraterrestre recién caído en la Tierra. Las posibilidades de que alguien se acerque a saludarme sabiendo quién soy son de una en ocho mil que, a ojo de buen cubero, son la cantidad de personas que puede albergar este bonito pueblo playero.

Como buen androide que aparento ser, lejos quedaron los sentimientos... Aquí no hay a quien abrazar, nadie es merecedor de un "te quiero" y solo se lleva una sonrisa la mujer del comedor del hotel cuando sirve el desayuno que da comienzo a mis días.

Ser un desconocido, no tener a quién querer, pasar varias horas pensando en todo y en nada a la vez, permitirme extrañar un poco, inviar a la nostalgia a compartir  los atardeceres, todo es parte del empezar un año nuevo, de buscarme, encontrarme, conocerme y aceptarme...

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